viernes, 12 de marzo de 2010

EL CANSANCIO Y LA PESTE

El cansancio
Esquivando la mirada, alejando la profundidad de tus ojos de lo inevitable, con tu respiración que llama a gritos y solo tus labios en complicidad con tu cobardía engañan al legado de tu corazón, ese mismo que está agonizando, sin darse por vencido. Porque animarse a tocar el cáliz cuando solo se conforma con mirarlo y disfrutarlo desde su plenitud, no queriendo romperlo, esa especie de relación que la conforta y le da esperanzas. Quizás tengas razón de lo que dices, pero no puedo dejar de tratarlo, dame fuerzas, dame camino y paciencia, pero no me dejes ahí, como si estuviera solo, como si no apareces en mis noches, siendo la que me hace quedarme y salir sin esperarme. A donde va que ya no lo comprendo, rompiendo las medidas de mis copas, quedándote solo en momentos que no puedo corresponder, es un acertijo lo que viene pero nada más impaciente que un atardecer mas con la misma luna que no llega sino cuando la fusión está terminada.
Me viene a la mente que si el amor debe de ser para uno sino para varios, compartir o solo la osadía de verte como pétalos al viento sin más que sentir la calidez de tu armonía, sin respuesta me sumerjo en la cuestión, como caer al vacío sin el vértigo del miedo, pues te siento ahí.
Es la compañía que me da calma, pero caigo de nuevo en el holocausto de la vivencia y de si anda mas por ahí, quedando agobiado levantándome como que si no supiera quién soy, es cuando vuelve la infiel de mis amantes y me acoge en sus brazos susurrándome que todo va a estar bien, esta soledad que me obliga a hacerme entender, corro hasta caerme sacudiéndome el polvo, con las piernas cansadas, casi sin aliento sigo caminando por las tinieblas del camino hacia la verdad y el premio no acaba. Mario

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